NEGOCIANDO CON SINERGIA

Nos pasamos la vida negociando, desde qué hacer el fin de semana con la pareja hasta proyectos millonarios con clientes.

En un mundo cada vez más interdependiente es importante cuidar la relación para conseguir un negocio sostenible en el tiempo. Es por ello que cuando negociamos algún asunto con la otra parte, por ejemplo un cliente, y además queremos seguir haciendo negocios con él, debemos asegurarnos que las dos (o más partes) involucradas estén satisfechas con la negociación. Hasta ahora, en la mayoría de casos se buscaba competir por «el mayor trozo de pastel» y en el mejor de los casos se llegaba a un consenso. Para ello es importante tener por una banda consideración por el otro así como también coraje para defender nuestros intereses.

Si nos movemos en un paradigma de ganar-ganar hay un principio muy importante: «O ganamos todos o no hay trato». Éste principio se basa en buscar terceras alternativas y para ello se necesita creatividad. ¿Os imagináis cuando estáis en un inicio de negociación importante y la parte contraria os hace la siguiente pregunta «¿Estarías dispuesto a buscar una solución que todavía no nos hemos planteado y en la que los dos salgamos beneficiados? Sin duda el estado anímico de lucha se disuelve y la negociación se vuelve más abierta y distendida. O al menos ya se ha dado un pequeño primer paso hacia el camino del acuerdo. En este aso no se trata de tú o yo, sino de un nosotros.

Depende del tipo de relación que se tenga, en un inicio puede aflorar una desconfianza. Esto es principalmente debido a dos malos hábitos; competitividad y el exceso de comparación.

«Remando hacia la misma dirección» se llega más lejos y el pastel a repartir puede ser más grande de lo que habíamos pensado. Cuando las dos partes confían y trabajan en buscar soluciones que favorezcan a los dos, se pasa a un área donde aparece la singergia. Es decir, los resultados son más elevados y constructivos.

Negociando con sinergia no es una técnica o una filosofía. Ganar-ganar se fundamenta en el carácter; integridad, madurez y mentalidad de abundancia.

La pregunta sería ¿Quien empieza a negociar buscando terceras alternativas? Normalmente el más inteligente.

 

El reto de generar valor añadido

Existen diversas definiciones de valor añadido dependiendo del contexto en el cual se utilice. Por ejemplo, el valor económico añadido (VEA), en su versión más simple, representa el exceso del beneficio de explotación contable sobre el coste de la totalidad de recursos utilizados (tanto ajenos como propios). También se conoce con sus siglas en ingles, EVA (Economic Value Added). En cambio el valor añadido, en términos de marketing, es una característica o servicio extra que se le da a un producto o servicio con el fin de darle un mayor valor en la percepción del consumidor. Vistas estas definiciones, podemos entender el concepto de valor añadido, como ese «algo que nos diferencia del resto» y que es valorado positivamente por el mercado. Una vez llegado a este punto, es precisamente aquí donde entra en juego de nuevo la Innovación.

Por naturaleza la innovación es una actividad de alto valor añadido, difícil de deslocalizar y que debería de ser el foco de cualquier sociedad post-industrial. Las actividades de bajo valor añadido, se pueden trasladar a países con mano de obra mucho más barata. Por ello, es importante para competir en el futuro, centrar esfuerzos y tiempo en actividades de alto valor añadido, cuanto más alto mejor. El poder de asignar o no valor, al final de todo lo tiene el mercado. El consumidor es el juez que determina si un producto o servicio tiene valor, y de ahí se extiende hacia dentro de la empresa.

La innovación en productos y procesos es un ingrediente clave para el éxito de las empresas. Una de las claves del éxito es la sincronía entre la gestión del negocio y la gestión de la innovación desde el punto de vista tecnológico.

Por todo lo expuesto, es importante centrar los esfuerzos en actividades que tengan mayor impacto y satisfagan necesidades de la sociedad.

 

 

 

La confianza es un dividendo

La clave de las relaciones efectivas tanto a nivel personal como profesional es la confianza. La confianza es la forma más elevada de motivación humana, gracias a ella la gente se puede desarrollar y las compañías evolucionar. Tanto en el mundo empresarial como en la vida cotidiana podemos experimentar lo importante que es la confianza.

Cuando se trabaja en equipo hay un ingrediente importante y es que se da y se recibe confianza. Sin confianza no hay equipo, como mucho habrá un grupo de trabajo, pero no en equipo. La confianza hace posible que se creen sinergias y por tanto, obtener mejores resultados. Construir lazos de confianza requiere tiempo y esfuerzo, además no se puede obligar a una persona a que confíe en otro miembro del equipo o de la compañía.  Ahora bien, la confianza es frágil y en caso de romperla, requerirá tiempo en reparar las relaciones.  El consultor y escritor Stephen Covey compara la confianza con una cuenta bancaria emocional, en la cual se hacen ingresos (cuando se comprende y escucha a la otra persona) o reintegros (como hacer promesas y luego no cumplirlas). Para más información sobre los hábitos relacionados con la interdependencia recomiendo la lectura del libro «Los siete hábitos de la gente altamente efectiva».

Por todo lo comentado, construir un equipo de trabajo efectivo requiere de un proceso laborioso. Se necesita gente con talento, competente, complementaria, con un objetivo común y confianza en ellos mismos y en el equipo.

Se podría decir que un ambiente de confianza en una compañía es un dividendo debido al valor que genera y que por el contrario un ambiente de trabajo con baja confianza es una tasa que resta competitividad.